Cuenta un relato mexicano “Los policías recibieron parte de que un elefante había cometido un ilícito y por consiguiente, salieron a buscarlo. Tardaron tres días en localizarlo cuando al fin, presentan ante sus superiores un ratón que, a la vista, se veía sumamente maltratado. Al notar estos que sus superiores dudaban, gritaron al mamífero: ‘Anda, confiésales que eres tú, confiesa que eres el elefante que cometió el delito’ a lo que el pobre ratón, moviendo apenas la boca por las contusiones dijo: ‘ Lo confieso, yo soy el elefante que buscaban pero por favor ¡no dejen que me sigan interrogando!’…”.

La policía corrupta de Damián Canales Mena en el gobierno encabezado por Francisco Olvera Ruíz en el Estado de Hidalgo, es muy parecida al relato de tragicomedia citada.

El día de ayer, mientras un ciudadano –que afortunadamente tengo el gusto de conocer para que me narrara su historia- se encontraba transitando en una colonia de Mineral de la Reforma y fue detenido por elementos policíacos a bordo de una camioneta presuntamente de la Agencia de Seguridad e Investigación (ASIEH) estatal. Vaya nombre al que pertenecen estos elementos faltos de toda capacitación.

A la persona citada cuyo nombre omito pero de la que informaré número de averiguación previa ante derechos humanos posteriormente, la golpearon primero para después preguntarle sobre un delito cometido. Incluso fue encañonada para confesar algo que posteriormente, se darían cuenta que no cometió. Los elementos para que fuera sospechoso fueron los tenis y los jeans que usaba. Sólo eso bastó para agredirlo y trasladarlo.

“Uno de los policías me hizo señas para que me acercar a él” –narró-. “Una vez a su lado, me preguntó a qué dirección iba a lo que le respondí sin titubear. Aún no terminaba de manifestarle mi destino a pesar de la extrañeza de la situación cuando otro elemento bajó de la camioneta y me sujeto por la espalda. Entre ambos granaderos (sic) me subieron a la fuerza a la camioneta” –prosiguió-.

-¿Por qué me suben?

-Cállate cabrón –dijo uno de ellos, a la vez que le propinaba un golpe en el abdomen-

-¿A dónde me llevan?

-Que te calles cabrón –y en esta ocasión, fue otro quien mientras lo sujetaba del cuello con una mano, le golpeó con la otra que tenía libre-

Guardó silencio cuando observó que uno de estos dos, desenfundaba su arma para apuntarlo mientras el otro le esculcaba. Notó con el rabillo que había un tercero más que hacía llamadas por la radio. Cuando llegaron tres patrullas más, dos elementos que bajaron de los vehículos lo subieron a la parte trasera de la camioneta y sosteniendo su cabeza abajo para que no levantara la mirada, lo trasladaron a un edificio localizado en el Blvd. Nuevo Hidalgo.

Pasaron unos treinta minutos –estimó- en los que permaneció en la misma posición y sentado aún en la parte trasera de la camioneta. Posterior, alguien que parecía ser el jefe de los policías, les dijo que ya habían detenido al presunto sospechoso de robo a casa habitación. Que le dejaran libre y que, claramente les comunicaron que llevaba ropa oscura en su parte superior (él vestía ropa clara).

No hubo un “usted disculpe”. Simplemente lo bajaron a empujones no sin antes advertirle que sabían donde vivía –sus pertenencias le habían sido recogidas mientras lo detuvieron- y que mejor se fuera porque venía ‘otro más cabrón’ (sic) que se lo iba a ‘chingar’ (sic) además de advertirle que habría consecuencias de comentarle a alguien lo sucedido…

¿Por qué juzgarlos a partir de un solo acto dirán los defensores? bueno, en realidad, hay mucha tela de dónde cortar. En el caso de los comerciantes por ejemplo, ya no sólo reciben extorsiones por parte del crimen organizado sino que además, se han sumado los policías a estas prácticas. Y es que tal cual me revelara otra fuente que labora al interior de una agencia del municipio de Pachuca, les son establecidas cuotas diarias a los cuerpos que tienen uso de motocicletas o de patrullas, mismas que van de los 250 a los 500 pesos diarios por turno y son entregadas directamente a sus mandos mayores. Una caja chica donde podemos suponer, son los altos funcionarios quienes las exigen y por tanto lo permiten. De esta forma si no logran extorsionar a automovilistas y demás desprotegidos que caigan en sus manos, piden cuotas a los comercios establecidos cual gangsters,

Esa es la policía que nos protege, tan vacíos en ética como lo fue de contenido el segundo informe de Olvera Ruíz.