19 de abril de 2024 | 22:25
Opinión de Alberto Halabe

    Las compañías automotrices de México

    El caso de que las compañías automotrices de México sean extranjeras es digno de analizar
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    “El verdadero progreso es el que pone la tecnología al alcance de todos”

    Henry Ford.

     

    En este Mundo capitalista, que se ha convertido progresivamente en consumista, materialista y deshumanista, la venta de automóviles, así como los servicios que requieren para su mantenimiento, no se podían quedar atrás, igual que los teléfonos celulares, por poner otro ejemplo, ya que la tecnología con la que contamos como humanidad debió haber concebido automóviles, ya sea de gasolina o eléctricos, y teléfonos celulares, que duraran individualmente por lo menos 40 años, pero, no, no duran en la actualidad, ni 5 años, para tenerlos que cambiar por nuevos forzosamente y continuamente; el mejor ejemplo al respecto es el automóvil Tsuru II de Nissan que era de gran calidad y duración hace 30 años, y por eso, precisamente, lo discontinuaron, y fabricaron un automóvil con aparente mejor tecnología pero que “casualmente” tuvo un defecto de fábrica en la cadena de distribución, me refiero al Platina.

    También hay que considerar en este piramidalismo capitalista de las compañías automotrices extranjeras en México los cobros por servicios de mantenimiento y reparación, que normalmente triplican o cuadruplican en las agencias sede.

    Todos los que hemos comprado automóviles lo sabemos, que en Estados Unidos los mismos son mucho más baratos, y esto muy probablemente lo logran por las ganancias que obtienen sus agencias en México principalmente, al venderlos acá más caros, cobrar los servicios de reparación y mantenimiento tan altos y cobrar los “gastos extra” en dichas agencias, incluyendo la gestoría para que los automóviles nuevos ya salgan con engomado de verificación anti-contaminación.

    Por eso, y por infinidad de razones más, el caso de que las compañías automotrices de México sean extranjeras es digno de analizar; en primer lugar, en el territorio mexicano existen varias armadoras de automóviles de diferentes marcas, que los arman y los exportan y dejan otros para su venta acá; en seguro lugar, con el acero de México y otros metales que se venden a los Estados Unidos gracias al Tratado de libre comercio, se fabrican la mayoría de las autopartes del Mundo; y en tercer lugar, es un orgullo que hayan sido ingenieros y químicos mexicanos quienes perfeccionaran pegamentos automotrices que revolucionaron la industrialización de automóviles en todo el planeta, incluyendo a mi primo, el Ingeniero Benito Bucay (qepd).

    Entonces, con todos estos antecedentes, ¿por qué México no fabrica automóviles mexicanos, y se queda con toda la economía que generan las compañías automotrices, incluyendo venta y servicios, en lugar de que esta industria tenga que ser en beneficio de extranjeros, sobre todo estadounidenses, alemanes y japoneses?

    En Noviembre del 2018 se escuchó del mega-fraude que realizó el director de Nissan automotriz, quien por cierto se llama como el rey español más poderoso de su época, nieto de la reina Isabel, dejando pequeña estructuralmente a la estafa maestra mexicana, y dejándonos a muchos mexicanos con mal sabor de boca, incluyéndome, al saber que esa defraudación se hizo con el dinero que me cobraron cuando le cambiaron a mi Tsuru II en la agencia el embriague innecesariamente.

    México se va a iluminar prontamente, la antorcha encendida de la Cuarta transformación lo va a lograr una vez que se eleve, y va a ser muy motivante pensar que podamos lograr fabricar, distribuir, y, ¿porqué no?, exportar, automóviles mexicanos hechos en México de gran calidad y duración, como en su momento lo fueron los VAM (Vehículos automotores mexicanos S.A.).